La claridad de Jöel Dicker
- mayo 14, 2025
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(Miércoles 14 de mayo de 2025-los salarios). En el ámbito de la escritura, existe un axioma que se repite con frecuencia: «No importa lo que digas, lo que
(Miércoles 14 de mayo de 2025-los salarios). En el ámbito de la escritura, existe un axioma que se repite con frecuencia: «No importa lo que digas, lo que
(Miércoles 14 de mayo de 2025-los salarios). En el ámbito de la escritura, existe un axioma que se repite con frecuencia: «No importa lo que digas, lo que importa es cómo lo dices». Esta frase encapsula la creencia de que el contenido de una obra literaria, aunque relevante, no es tan crucial como la forma en que se presenta. La narrativa y el estilo son, en muchos casos, los que realmente capturan la atención del lector, insinuando que el continente puede ser más significativo que el contenido.
Aunque este pensamiento tiene su parte de verdad, no es completamente preciso. Hay diferencias notables entre un libro encantador como El pequeño príncipe y un verdadero monumento literario como Crimen y castigo. Como comúnmente se dice en México, «una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa». Esta distinción deja claro que la calidad y profundidad de la trama pueden tener un impacto significativo en las obras literarias.
Lo indiscutible es que el estilo y la forma de narrar un libro pueden ser determinantes para su éxito, su apreciación y su valor en el mundo literario. Así, los autores a lo largo de la historia han estado obsesionados con la manera de contar sus historias. Gustave Flaubert, el gran maestro francés, aspiraba a escribir una obra que representara el arte puro, comparable a la música misma, despojándola de anécdotas y tramas tradicionales.
No he tenido la suerte de encontrar a alguien que haya logrado ese ideal, aunque he conocido a muchos que han intentado alcanzarlo.
El novelista suizo Jöel Dicker, nacido en 1985, ha sido considerado uno de los fenómenos literarios más potentes en las últimas décadas. Ha publicado un total de ocho obras, siendo traducido a 42 idiomas y acumulando alrededor de 22 millones de lectores a nivel global.
Dicker ha sido galardonado con todos los reconocimientos importantes en Europa, incluyendo el prestigioso Goncourt, y ha tenido una buena recepción también en los Estados Unidos, donde ha sido traducido al inglés y algo al español.
No tengo el placer de conocerlo personalmente, pero he disfrutado de gran cantidad de sus entrevistas en video, y siento que me acerco a su forma de pensar y de expresarse, algo que suele ocurrir con los grandes escritores.
Inicialmente, Dicker se destacó como narrador de Treinta, un thriller policiaco. Sin embargo, a su corta edad, no se puede considerar un epígono directo de clásicos como Raymond Chandler o Dashiell Hammett. Su obra ha sido influenciada por las modernísimas series de televisión escandinavas, de las cuales parece haber extraído buena parte de su creatividad.
Como no soy un lector habitual del género policiaco, debo aclarar que en su literatura, he encontrado elementos que me han atraído a seguir investigando acerca de su obra. Me gustaría incluso considerarme un admirador.
Por ejemplo, la claridad de su lenguaje, bien traducido en mi caso al español, unida a la simplicidad de sus expresiones, que siempre tienen un propósito claro, evitando impresionar al lector de manera gratuita o siguiendo patrones típicos del estilo posmoderno. No hay aquí excesos de sangre, violencia o contenido sexual sombrío. Su estilo, podríamos decir, es de cierta manera noir, pero notablemente menos oscuro.
Desde su primera obra, Los últimos días de nuestros padres (Premio de Ginebra 2012), Dicker ha sabido entrelazar relato policiaco con tramas que exploran el valor humano. Su narrativa es compleja y está llena de giros ingeniosos que llevan al lector en un viaje sorprendente, lleno de relaciones con cierta dosis de matemática y romance, que pulsan en la sensibilidad más profunda de la audiencia. Su habilidad para detallar es impresionante, y su humor crítico proporciona una mirada reflexiva hacia la sociedad actual.
En resumen, Jöel Dicker es un auténtico seductor de las palabras. Posee un don innato para contar historias, capaz de envolver al lector en sus tramas criminales ficticias y dejar una impresión perdurable gracias a la eficacia de su conceptualización, la belleza de su prosa y la musicalidad de su estilo narrativo.
En su nueva novela, Visita muy catastrófica al zoológico (abril de 2025), el autor opta por explorar nuevas temáticas que me resultan atractivas, aunque con ciertas reservas.
Se aleja de su línea habitual de deducción criminal, que generalmente se desarrolla en contextos geográficos tan variados como Estados Unidos o Ginebra, para adentrarse en la vida de un jardín de niños con niños con discapacidades, sin definir claramente una nacionalidad para el entorno.
Y aquí es donde encontramos lo interesante: el autor decide desmontar todos los elementos narrativos previamente usados en Treinta y, en lugar de centrar la historia en crímenes y muertes, intenta cautivar al lector con una trama que gira en torno a la vida de seis niños que se pierden en un zoológico tras una visita al baño. ¡Una trama que parece más trivial imposible!
Para aumentar el toque de inocencia, los niños presentan ciertas discapacidades, y la historia se narra desde la perspectiva de Josephine, una niña de aproximadamente diez años, en la mesa del comedor, sentada frente a sus padres con un plato de sopa. No podría haber un enfoque más inofensivo y trivial.
Aun así, el hecho de que el autor logre persuadir a la audiencia con una trama tan simple es notable. A través de los pequeños eventos cotidianos que ocurren en la vida de estos niños, lanza críticas sobre la sociedad actual, atacando temas como la democracia, la libertad y la educación, así como la realización plena de los ciudadanos.
Aparte de la lucidez de su estilo, admiro su intento de desligar la novela policial de su estructura habitual. Es similar a lo que hicieron nuestros apreciados Cervantes y otros con las novelas de caballería del siglo XIX.
Si bien no es su mejor obra, el intento de Dicker de convencernos con la historia de un niño parece buscar atraer a nuevas audiencias hacia la lectura. Así, su estilo, que se caracteriza por su transparencia, logra en parte lo que el contenido puede no alcanzar, aunque no se puede decir que esté completamente desprovisto de profundidad, ya que mantiene cierta inocuidad.
Dicker afirma que escribió la obra para lectores que van de 6 a 120 años, y para los millones que ha cautivado, parece estar en el camino correcto. La envidia sana nace del hecho de que a sus 39 años, él ya ha alcanzado un nivel literario que muchos desearían tener.
Visita muy catastrófica al zoológico
Jöel Dicker
Alfaguara 2025
224 páginas.