Retrato conciso de Vargas Llosa
- abril 15, 2025
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(Lunes 14 de abril de 2025-Salarios). La primera controversia con Mario Vargas Llosa se revela como un acontecimiento de gran relevancia para él. En ningún encuentro entre lectores,
(Lunes 14 de abril de 2025-Salarios). La primera controversia con Mario Vargas Llosa se revela como un acontecimiento de gran relevancia para él. En ningún encuentro entre lectores,
(Lunes 14 de abril de 2025-Salarios). La primera controversia con Mario Vargas Llosa se revela como un acontecimiento de gran relevancia para él. En ningún encuentro entre lectores, donde se reúnan más de tres personas, ha sido factible armonizar las preferencias que surgen en relación con el vasto y diverso legado literario del autor peruano.
Hay quienes siempre claman por la atmósfera visceral de la jungla y la movilidad constante de los tiempos y espacios que caracterizan a La casa verde. Otros todavía aprecian la belleza inherente al hechizo aventurero de la obra La guerra del fin del mundo. Es evidente que cada obra suya inyecta un sentido de maravilla y exploración que resuena con los lectores, pero las opiniones varían dramáticamente.
Si un analista literario se asoma entre las discretas páginas de Historia de un deicidio, y la discusión gira en torno a una literatura bien elaborada, aunque accesible y amena, sin duda, Pantaleón y visitantes y Tía Julia y la escritora se posicionarán como las opciones más referidas.
Esa diversidad de opiniones invita a debates interminables, aunque el autor peruano observa todo esto con una indiferencia casi aristocrática. Se trata de un escritor que toma el intercambio de ideas con una seriedad tal que no cede ante una celebración que pudiera perjudicar a los niños igualmente perjudicados. Se limita a atenerse a lo que parece ser su destino exquisito e inalienable en el mundo literario.
No es casualidad que haya orientado una de sus novelas inspirándose en el pensamiento del escritor Salvador Elizondo, quien logra retratarlo de manera certera, además de a uno de sus personajes más icónicos, Pedro Camacho. En su famosa cita: «Escribo que escribo. Mentalmente me veo escribiendo que escribo y también puedo ver lo que escribo. Recuerdo haber escrito ahora y también verme a mí mismo que escribí.Y yo Veo recordar que me veo escribiendo y recuerdo haberme visto para recordar que escribí y escribí viendo, mi escritura que recuerdo haber visto escribir que escribí y escribí que escribí que escribí. También me imagino escribiendo que ya había escrito que me imaginé escribir que había escrito que imaginé escribir que me veo escribiendo lo que escribo.«.
El sentido rítmico de un lenguaje aparentemente sencillo es, en realidad, un reflejo del crecimiento y la evolución artística de Mario Vargas Llosa. Este escritor completo, que aspira a tener la misma vocación que Gustave Flaubert, ha llegado a declarar que «nunca tendrá un hijo, porque los hijos son incompatibles con la dedicación apasionada que exige la escritura».
Él hizo estas declaraciones en 1964, unos años antes de que su segundo matrimonio lo uniera a dos hijos que hoy son la fuente de alegría innegable para Vargas Llosa y su esposa, Patricia Cadet.
Su tendencia a cuestionar el origen de la discrepancia es una cualidad que lo ha acompañado durante toda su trayectoria: desde las aventuras de Leoncio Prado, que emergen en Los cachorros y La ciudad y los perros, hasta su posicionamiento político, a menudo debatido, que llevó a enfrentamientos hostiles con la Casa de las Américas en 1971 y, más recientemente, con Mario Benedetti en encuentros mediáticos.
Vargas Llosa ha manifestado en varias ocasiones su rechazo al dogmatismo, eludiendo aferrarse incondicionalmente a cualquier ideología. Esta postura crítica lo ha llevado a preferir analizar causas y situaciones específicas antes de formarse una opinión al respecto.
Por ello, se le ha visto respaldar la Revolución Cubana durante más de diez años y, en el contexto de Café de Las Cuatro, mostrar esperanzas frente a la Revolución Sandinista, todo mientras sus conexiones con la oligarquía dominante en Perú, uno de los países más empobrecidos de América del Sur, generan críticas.
Este enfoque «causal» puede dar lugar a dilemas considerables, aunque en tiempos recientes parece haber una reducción en las contradicciones que admite. Con el tiempo se ha ido despojando de esa convicción socialista que lo acompañó en 1967, cuando fue testigo de la lucha armada en las montañas alrededor de Bogotá, argumentando que «esos vecindarios de miseria no se ven en Cuba. El socialismo las ha erradicado».
Hoy, sus viejas concesiones en Cuba son parte del pasado, aunque aún existe un Modus vivendi que mantiene intactas sus relaciones con el régimen opresivo del sistema peruano que tanto critica.
Con tales antecedentes, uno podría esperar una confrontación. Especialmente si consideramos que existe en el panorama literario contemporáneo un autor de renombre mundial, mucho más joven que él, y con una imagen pública que podría eclipsar la de un explorador literario anónimo.
Y resulta que, contrariamente a la expectativa, el creador de Conversación en la catedral se muestra mucho más cauto y sereno que todos sus frágiles personajes, incluso que la desafortunada Pichula. Vargas Llosa presenta un estilo analítico y un tono persuasivo que encarna la sutileza. Habla con gran seguridad y sus opiniones son a menudo audaces, incluso provocativas, pero siempre lo hace desde un lugar de auténtica humildad y tolerancia.
Su actitud alerta y sensibilidad excepcionales le permiten transformar lo que siente y observa en teoría, conceptualizándolo de manera brillante. Escucha atentamente, irradia una mezcla única de benevolencia y autoridad. Cuando finalmente se expresa, lo hace de forma gentil, logrando que sus conceptos se presenten de manera accesible, sin las barreras del conocimiento excesivamente académico, haciendo que su discurso sea el opuesto de lo que muchos podrían haber anticipado en una figura de tal prestigio intelectual y celebración pública.
Este acontecimiento tuvo lugar en febrero de 1982. En un esfuerzo por concretar dos objetivos, el lanzamiento de su novela El fin del fin del mundo y la presentación de La señorita Tacna, Vargas Llosa se embarcó en una travesía mucho más ambiciosa. Durante su estancia en el teatro, logró asistir a múltiples funciones, paseó incognito y realizó varias interacciones con escritores, creando lazos de amistad que perduran incluso entre las personalidades más ilustres.
El carácter benévolo de Vargas Llosa genera confianza; no obstante, sin perder de vista la monumentalidad de su trabajo, rápidamente surge la discusión sobre un tema que ha sido indiscutiblemente esclarecedor a nivel global: la literatura y sus influencias en nuestra sociedad.
*Presentación de la entrevista que el autor y otros periodistas realizaron en 1982 y que apareció en el Volumen 1 del Cuatro Café.