Reikiavik sorprende por sus paisajes, su arquitectura y los pequeños detalles que esconden grandes historias. En pleno centro de la ciudad, un modesto puesto callejero se convirtió en símbolo nacional.

Se llama Bæjarins Beztu Pylsur y, desde 1937, sirve los hot dogs más famosos del país, preparados con cordero y una mezcla secreta de salsas que nadie ha logrado igualar. Turistas, lugareños y celebridades hacen cola para probar lo que muchos consideran el orgullo islandés.

A unos pasos se encuentra la Harpa, una joya de vidrio y acero que combina arte, luz y simbolismo. Su fachada de cristal hexagonal evoca las columnas de lava basáltica que definen el paisaje volcánico del país.

Más que una sala de conciertos, Harpa representa la resiliencia de Islandia. Su construcción se detuvo durante la crisis financiera de 2008, pero el impulso ciudadano permitió finalizarlo. Hoy, su luminoso reflejo recuerda cómo el país transformó la adversidad en arte y esperanza.

Un hot dog que conquistó paladares y un edificio que simboliza la fortaleza de un pueblo: dos historias que muestran la identidad de un país pequeño en tamaño, pero inmenso en espíritu.

Este viaje forma parte de una serie especial realizada junto con MD Tours para mostrar los paisajes y experiencias que aguardan en Islandia. Muy pronto, durante el Festival de la Luz, dos personas podrán vivir esta misma aventura: se sortearán dos entradas para descubrir el país del fuego y el hielo.