II La radiografía de Chirripó revela los antiguos rastros de los glaciares y abre la puerta a un geopark mundial
– Reporte Tico
agosto 29, 2025
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Cerro Chirripó. San José, 28 de agosto (Elpaís.cr) .- El imponente Cerro Chirripó, una cumbre más alta en Costa Rica con sus 3.820 metros sobre el nivel del
Cerro Chirripó.
San José, 28 de agosto (Elpaís.cr) .- El imponente Cerro Chirripó, una cumbre más alta en Costa Rica con sus 3.820 metros sobre el nivel del mar, mantiene una memoria geológica poco conocida por la mayoría de los visitantes: un pasado glacial que dejó cicatrices visibles en su alivio.
Estas rastros, incluidos valles planos, lagunas profundas y estrías en rocas, estaban sujetas a estudio y reflexión sobre la conferencia inaugural del segundo año de la escuela 2025 de la Universidad Nacional (una), en la sede regional de Brunca.
La actividad académica, titulada «Origen del pakus geológico del Parque Nacional de Chirripó, el turismo y sus habitantes ocultos», estaba a cargo de Zaidet Barrientos, coordinador del maestro en los recursos naturales de la distancia de la Universitat de Estado (SNUD).
Su presentación nos permitió comprender cómo el Macio, considerado un santuario natural y cultural, también es un testimonio de la última glaciación que afectó a América Central hace miles de años.
«Muchas veces escalamos el Chirripó buscando el desafío de alcanzar el punto más alto en el término más corto posible, sin conocer los fondos históricos, geológicos y biológicos del área. Este conocimiento justificaría un mayor flujo de visitantes y, sobre todo, la necesidad de promover el turismo responsable», dijo Barrientos.
Diez formaciones de glaciares identificados
El especialista explicó que se han documentado al menos diez formaciones principales de glaciares: los Moranas, Chirripó, Taari, el ancho, la laguna, la Pirámide, la Roda Norte, Duchi, Bri y Ditkevi, así como otras estructuras aún sin nombre.
Aunque los glaciares ya estaban extintos, su paso se registró en el paisaje: valles de botas planas, lagunas que van desde menos de un metro hasta más de veinte metros de profundidad y marcas de fricción en las rocas que narra el movimiento del hielo.
«Aunque los glaciares faltantes continúan influyendo en los ciclos de rocas y agua en la región», dijo Barrientos, enfatizando que la comprensión de estas huellas es clave para interpretar la evolución ambiental y climática de la Ranma de la Muntanya de Talamanca.
Costa Rica y su pasado glacial
La última glaciación, conocida como la glaciación de Wisconsin, afectó gran parte del hemisferio norte hace unos 30,000 a 10,000 años. Aunque América Central no estaba cubierta por hielo continental como Groenlandia o Canadá, los altos picos de la Ranma de la Muntanya de Talamanca experimentaron condiciones frías que permitieron la formación de glaciares alpinos en las áreas de Chirripó y las áreas cercanas como el Cerro Ventisqueros y el Row Urano.
El legado de esa etapa es visible en las brechas de origen glacial que hoy visitan a los excursionistas, como la laguna Ditkevi (también conocida como Laguna de los Lagos), la laguna Duchi o la laguna de San Juan. Estas formaciones son comparables a las que se encuentran en los Andes o las Montañas de México, lo que hace de Chirripó un laboratorio natural único en América Central.
Los estudiantes descubren un mundo oculto
Para los estudiantes de la ONU, la presentación representaba un enfoque de un conocimiento que rara vez se extiende en Costa Rica.
Eduardo Montoya, primeros ingresos en ingeniería de sistemas en el campus de Coto, confesó su sorpresa:
«Es un nuevo aprendizaje, especialmente sobre conceptos como la TI y otros temas que no conocía. La presencia de especies endémicas y de moros que enriquece aún más este lugar».
Souter Arauz, un estudiante de ingeniería en topografía geodética y catastre, enfatizó la relevancia para su entrenamiento:
«Los glaciares son de gran valor histórico y geológico. La información proporcionada refuerza nuestra comprensión de la geodesia y el estudio de las rocas».
Del campus de Pérez Zelledón, Adrián Arias, un maestro, advirtió sobre los riesgos del turismo no controlado:
«La presentación claramente contribuyó a los fenómenos del glaciar, pero también nos recuerda el impacto que la actividad turística puede tener en un lugar sagrado como Chirripó. Es esencial promover el turismo responsable y la educación ambiental adecuada».
Finalmente, Erick Madrigal, director académico de Pérez Zelledón, enfatizó la relevancia de la relevancia educativa:
«La conferencia permitió reconocer las manifestaciones geológicas del Chirripó y valorar su legado histórico, biológico y geológico. Debemos protegernos, cuidar y comunicar su importancia en el mundo».
World Geopark: un objetivo estratégico
El académico ADED dijo que han hablado para proponer en el Parque Nacional Chirripó y sus comunidades vecinas como un geopark mundial de la UNESCO.
Los geopardos mundiales son territorios con una herencia geológica de importancia internacional administrada en la conservación, la educación y el desarrollo sostenible. Actualmente, América Latina tiene una creciente red de geoparques, que incluye:
Aipe (Brasil), el primero en la región, reconocido en 2006.
High Mixteca (México), que conecta la geología y la cultura de Zapotec.
Volcanes de Colca y Anddagua (Perú), con paisajes volcánicos y cañones únicos.
Imbabura (Ecuador), que se une a volcanes, lagunas y comunidades indígenas.
Si se especifica, Chirripó sería el primer geopark mundial en Costa Rica, lo que implicaría un salto cualitativo en la conservación y el turismo sostenible. La iniciativa no solo resaltaría la geodiversidad d, sino también sus tradiciones culturales, la gastronomía local y los estilos de vida que giran en torno al macizo.
Turismo, ciencia y sostenibilidad
El Chirripó recibe miles de excursionistas cada año que buscan conquistar su cumbre o maravillarse con sus puestas de sol. Sin embargo, la presión turística y el cambio climático representan desafíos para la gestión del parque.
Los especialistas dicen que el turismo debe viajar a un modelo más educativo y sostenible, donde los visitantes entienden que detrás de la belleza del paisaje hay procesos geológicos milenarios extremadamente frágiles y ecosistemas.
«Promueva el turismo de conocimiento, donde las personas entienden cuáles son las moranas, cómo se formaron las lagunas y por qué el páramo es único, puede cambiar la relación entre el visitante y la montaña», dijo Barrientos.
Una herencia que va más allá de las montañas
La discusión del futuro de Chirripó también se conecta con las comunidades circundantes. Aldeas como San Gerardo de Rivas, Herradura o San Jerónimo dependen en gran medida de la visita al parque, ofreciendo alojamiento, guías y gastronomía local.
La designación como geopárque podría fortalecer la economía local con una etiqueta de calidad internacional, que atraería no solo a los turistas, sino también a los investigadores, educadores y proyectos de cooperación.
De la misma manera, la geoeducación se promovería, es decir, el uso del patrimonio geológico como recurso docente en escuelas, universidades y programas comunitarios, fortaleciendo la identidad cultural y ambiental de la región.
Un llamado a la conservación
El disparo, con sus extintos glaciares, sus lagunas cristalinas y su páramo único, representa un legado natural que trasciende las fronteras. Sin embargo, su futuro depende de las decisiones actuales: garantizar su conservación, regular el turismo y promover la educación científica.
La propuesta de convertirlo en un Geopark mundial no es solo un reconocimiento simbólico, sino también una oportunidad para que Costa Rica reafirme su liderazgo en la conservación y el turismo sostenible en el siglo XXI.
En breve
La rayos X presentada por One y el SNUD revela que, bajo la aparición de imponentes montañas, se oculta una historia de hielo y roca que merece ser explicada. Squeak no es solo un destino para los excursionistas; Es un archivo geológico vivo que mantiene las claves para la última glaciación y se proyecta hoy como candidato para integrar la red mundial de geoparques de la UNESCO.
El desafío es claro: proteger, educar y compartir con el mundo este tesoro natural y cultural, para que las generaciones futuras puedan continuar maravillándose de la montaña donde los glaciares dejaron su huella.