Gimena no sabía qué era la ópera, pero la primera vez que asistió a una, fue hipnotizada.

«No entendí lo que decían, pero algo me atrajo, fue magnético», confesó.

Después de sus lecciones en nuestro país, este compatriota buscó becas en el extranjero y terminó siendo aceptada en Juliard, una de las instituciones más prestigiosas del mundo. Ahora, vive su vida del epicentro cultural de la ciudad de Nueva York y habló con nosotros sobre sus planes, sus sueños e incluso el síndrome del impostor que lo rodea cuando ve cuán lejos ha llegado.

Ella es una de las costarricenses que, desde el extranjero, nos dan sus historias.

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