Hace un año, Dayana Salazar y su hijo Julián, quien tiene una discapacidad, sobrevivían en una casa prestada en Osa que apenas podía llamarse hogar. Muros ruinosos y falta de condiciones dignas marcaron sus días, mientras el futuro parecía estrecho y frágil.

Esta realidad cambió cuando la comunidad decidió acercarse a ellos. En un gesto de solidaridad que conmovería a cualquiera, vecinos y compañeros de trabajo hicieron posible que madre e hijo tuvieran el hogar que habían imaginado durante años. La promesa de un techo seguro finalmente se convirtió en una certeza.

Hoy, Julián mantiene una sonrisa brillante y encuentra un lugar en su casa para jugar, cantar y soñar sin miedo. Por su parte, Dayana puede respirar aliviada al saber que su hijo está creciendo en un espacio apropiado y protegido. (Mira la historia completa en el video adjunto de Telenoticias)..

La estabilidad también le abrió la puerta a su proyecto de repostería, un proyecto que avanza a paso firme y que espera profesionalizar para llevarlo más lejos. “Hoy estamos vivos”, afirma Dayana, frase que resume la paz y la esperanza de esta nueva etapa.

La historia de Dayana y Julián muestra que la unidad comunitaria puede cambiar vidas. Y en 2025, a partir del 8 de diciembre, se volverán a escribir nuevas historias como la tuya, sabiendo que siempre hay espacio para ayudar, acompañar y soñar.