Entre montañas cubiertas de verde, playas de arena negra y acantilados que parecen pintados a mano, se levanta una de las postales más reconocibles del sur de Islandia: el Iglesia de Víkí Mýrdal. Blanco, sencillo, con su característico techo rojo, es mucho más que un símbolo fotográfico. Es el punto donde la calma parece tener sonido propio.

Desde su colina, la vista abarca todo el pueblo, con las arenas negras y el Atlántico rugiendo de fondo. Desde aquí se puede ver todo el pueblo, las arenas negras y el Atlántico rugiendo al fondo.

Construida en 1934, esta iglesia tiene un profundo significado para los residentes de Vík. La colina en la que se encuentra fue elegida por motivos de seguridad: si el volcán Katla, dormido bajo el glaciar Mýrdalsjökull, despertara, este sería uno de los pocos lugares que permanecería seguro.

Aquí no sopla el viento, rezad. Cada ráfaga parece un canto invisible entre las paredes blancas del templo y el eco del mar. De cara al Atlántico, la iglesia de Vík no busca imponerse: sólo recordar que, incluso en una tierra donde conviven el fuego y el hielo, el silencio puede ser tan poderoso como una erupción.

Revive este recorrido por el sur de Islandia en el vídeo disponible en la portada de este artículo.

Este viaje forma parte de una serie especial realizada junto con MD Tours para mostrar los paisajes y experiencias que aguardan en Islandia. Muy pronto, durante el Festival de la Luz, una persona podrá vivir esta misma aventura: se le regalará un billete para descubrir el país del fuego y el hielo.