Alajuelese envió nuevamente en Tibás. Cuatro años y cuatro meses después de su última victoria en la cueva, los Manudos regresaron a casa sonriendo, felices en la vida, porque ganaron el clásico 0-1 y hundieron más a una saprissa que se ve sin alma.
La última vez que la liga celebró en territorio púrpura fue el 18 de abril de 2021 con ese inolvidable 0-5. Esta vez no hubo victoria, pero el cabezazo de Anthony Hernández en el minuto 50 fue suficiente para enterrar a una saprissa que se fue entre silbatos, sin respuestas y con la etiqueta de crisis en la parte superior.
El hombre lo hizo de nuevo
ÓScar Ramírez ya sabía lo que era ganar en Tibás. Lo había hecho en el invierno de 2014 con goles de Jonathan McDonald y Pablo Gabas (0-2). Once años después, repitió la receta: orden, paciencia y un golpe preciso que dejó la cueva en silencio.
El resultado también tiene otro matiz: fue la primera derrota de Vladimir Quesada en clásicos. En su octava confrontación contra la alajuelensa, el entrenador púrpura sabía lo que significa caer contra el archirival, y en el momento más doloroso, con el equipo eliminado de la Copa Centroamericana y sin mostrar reacción.
Una saprissa sin ideas
En la primera mitad, el objetivo fue el gran ausente. Hubo llegadas, sí, pero poco peligro real. Ariel Rodríguez se dirigió sin fortuna en el minuto 5, Gerson Torres trató de perturbar a la banda y Gustavo Herrera buscó espacios, pero Washington Ortega respondió cada vez que lo exigieron.
Alajuelense mostró su mejor versión. Alejandro Bran y Kenyel Michel estaban en deuda, aunque Anthony Hernández era la chispa que encendió cada contraataque rojo y negro.
La historia cambió tan pronto como comenzó el complemento: una jugada tejida de la liga terminó con Hernández a la cintura Pablo Arboine para enviar la pelota a la parte de atrás. Fue el golpe que Saprissa no sabía cómo asimilar.
Silbatos en la cueva
Quesada movió chips: Mariano Torres y Orlando Sinclair entraron para encontrar el empate, pero lo que vino fue una saprissa más desesperada que clara. Centros a Kendall Waston, subastas forzadas, gritos en las gradas y manos a la cabeza. Sinclair falló para el marco, Ortega usó debajo de los postes y la impotencia se apoderó de los fanáticos.
Al final, Saprissa fue entre silbatos. La liga se defendió con todo y abrazó un triunfo que significa más de tres puntos: corte la racha de cuatro años sin ganar en Tibás y, por cierto, para evidenciar una saprissa que hoy parece «muerta».