julio 25, 2025
Costa Rica

UCR: ¿Cantamos el área azul de Costa Rica? – Reporte Tico

  • julio 23, 2025
  • 0

San José, 23 de julio (Ocio/UCR) .- En el V Informe sobre áreas azulesun estudio de Centro de investigación del Observatorio de Desarrollo y dentro del marco de

UCR: ¿Cantamos el área azul de Costa Rica?

 – Reporte Tico

San José, 23 de julio (Ocio/UCR) .- En el V Informe sobre áreas azulesun estudio de Centro de investigación del Observatorio de Desarrollo y dentro del marco de la silla de edad y la sociedad de la Facultad de Medicina De la Universidad de Costa Rica, se lanza una alerta sobre desafíos emergentes que podrían comprometer la sostenibilidad de estas áreas geográficas en el futuro.

El estudio propone reflexión sobre cómo preservar un estilo de vida saludable; Ante la globalización alimentaria, el aumento de la urbanización, la transformación de las redes sociales y el cambio climático inclusivo.

La península de Nicoya en Costa Rica es reconocida en todo el mundo como una de las cinco áreas azules, donde las personas viven más de 90 años en buena salud. Esta longevidad excepcional es el resultado de factores culturales, sociales y ambientales y debe protegerse a través de políticas públicas innovadoras, educación y programas comunitarios que promuevan estilos de vida saludables.

El documento analiza, en general, el estilo de vida de las áreas azules, pero se centra en la península de Nicoya, donde se destacan los factores que han permitido que esta vitalidad de la población.

En esta área de Guanacasteca, hasta 23 centenarios se cuentan por cada 100,000 habitantes. Estas personas tienen un mejor perfil de lípidos y glucémicos que sus descendientes, tienen un menor peso y una mejor calidad y diversidad de la dieta que sus familiares y adultos en el área urbana de Costa Rica, según los estudios realizados por la Universidad de Costa Rica.

En la península de Nicoya, históricamente reconocido por su alta longevidad, hay un cambio preocupante en la salud de las generaciones más jóvenes. El abandono de la dieta tradicional rica en alimentos frescos y locales ha dado paso a los alimentos basados en productos de azúcar ultra procesados y altos de azúcar, lo que contribuye al aumento de enfermedades metabólicas como la obesidad, la diabetes tipo 2 y la hipertensión en personas menores de 50 años.

Según datos recientes, estas condiciones han aumentado en un 35 % en la última década entre niños menores de 40 años, lo que pone en riesgo la calidad futura de calidad y vida. Este panorama requiere una profunda reflexión sobre la importancia de preservar los hábitos saludables que la región ha caracterizado y podría perderse si no se toman medidas urgentes.

  1. Uno de los principales desafíos radica en la preservación de los hábitos alimenticios tradicionales. El aumento del consumo de alimentos ultra procesado es una amenaza directa para las prácticas alimentarias que históricamente han caracterizado a la región. Por lo tanto, es esencial desarrollar estrategias que revalan la dieta tradicional, fomenten el consumo de productos nativos y la transmisión del conocimiento culinario entre generaciones.
  2. El segundo gran desafío está relacionado con el mantenimiento de hábitos saludables. La práctica física regular es esencial para la prevención de enfermedades crónicas y el pozo integral de las personas. Ante este desafío, es necesario fortalecer las acciones de la comunidad que promueven el movimiento diario, el acceso a espacios públicos y programas apropiados de actividad física inclusiva.
  3. El tercer desafío es preservar los lazos intergeneracionales y el estilo de vida característico de Nicoya, basado en la interacción social, el apoyo mutuo y el respeto intergeneracional, que ha sido una de las claves de la longevidad de la región. Sin embargo, los cambios sociales y económicos de hoy en día se debilitan al debilitar estos lazos. Es necesario fortalecer los programas comunitarios existentes e implementar nuevas iniciativas que promuevan la coexistencia entre generaciones, a través de actividades culturales, espacios de reunión y el rescate del conocimiento tradicional.

Finalmente, la longevidad debe concebirse no solo como un indicador demográfico, sino también como una expresión de inclusión, equitativa y centrada en la persona. Los estudios y la investigación en áreas azules han demostrado que la longevidad no es el resultado exclusivo de la genética avanzada o la atención médica, sino un estilo de vida simple basado en una alimentación saludable, actividad física constante, apoyo social y un fuerte sentido de propósito.

La investigación de las personas advierte que, como costos, tenemos el desafío inevitable de repensar sus estructuras de un enfoque intergeneracional, donde la experiencia acumulada de los adultos se articula con la innovación y el dinamismo de las nuevas generaciones.

Es necesario avanzar hacia entornos más accesibles, inclusivos y resistentes, que reconocen la diversidad del envejecimiento y garantizan la plena participación de todas las personas, sin distinción de edad.