Este sábado, los socios de Liga Deportiva Alajuelense decidirán entre la continuidad y el cambio. Joseph Joseph, actual presidente y artífice del Centro de Alto Rendimiento (CAR), aspira a un tercer periodo consecutivo; al frente de la oposición aparece José Cabezas, cabeza de la papeleta Transparencia Rojinegra y directivo con casi tres décadas de relación con la institución.
En esta entrevista, Cabezas expone su plan para “devolver la mística” al club, equilibrar el uso del CAR con el estadio Alejandro Morera Soto, sanear las finanzas y fortalecer el proyecto femenino. Con un estilo frontal, admite que ningún dirigente puede prometer campeonatos inmediatos, pero sostiene que sí puede garantizar un modelo de trabajo que recupere la identidad rojinegra y ponga fin al “despilfarro” en contrataciones sin impacto deportivo.
A continuación, la conversación completa, donde el candidato desgrana sus propuestas, explica por qué aceptó dialogar con el expresidente Raúl Pinto, detalla la experiencia de su equipo de trabajo y responde a la pregunta que más inquieta a la afición: ¿cómo volverá la Liga a lo más alto del fútbol costarricense?
Ferlin Fuentes: ¿Por qué los asociados deberían confiar en que, con José Cabezas en la presidencia, la Liga volverá a ganar el título nacional? Ese es, al fin y al cabo, el punto que más inquieta a los socios y a la afición.
José Cabezas: No puedo ser tan arrogante: no puedo garantizar un título, ¿verdad? Tampoco creo que ni José Cabezas, ni Joseph Joseph, ni Jorge Hidalgo, ni Ferlin Fuentes, ni nadie en el mundo pueda asegurar algo así.
Lo que sí puedo garantizar —y lo prometo— es que rescataremos la tradición institucional de trabajar desde las raíces. No repetiremos los errores de contrataciones que significaron un despilfarro de dinero: fichajes, tanto extranjeros como nacionales, que se usaron para maquillar carencias y no aportaron nada a la afición. Con un mejor uso de los recursos económicos y, sobre todo, de los recursos humanos, construiremos un equipo superior.
Creo firmemente que ese es el camino para recuperar los éxitos. No ofrezco garantías de campeonatos; garantizo trabajo y el regreso a la manera de hacer las cosas cuando ganábamos títulos. Eso —volver a los métodos que nos hicieron campeones— es lo que aseguro.
— FF: Don José, ¿por qué el asociado debería elegirlo como presidente de Liga Deportiva Alajuelense?
JC: Más que José Cabezas, se necesita a alguien con la conciencia, la experiencia y la tradición suficientes para devolver a la Liga al camino del éxito: recuperar nuestras raíces y una identidad que se ha perdido desde la cúpula hasta la base —el equipo de fútbol. Tras 27 años cerca de la institución y varios periodos como directivo junto a algunos de los mejores presidentes, nuestro objetivo es retomar el rumbo que convirtió a la Liga en locomotora del fútbol nacional. Hoy ese liderazgo se ha diluido; se importaron funcionarios clave que no transmitieron la mística rojinegra y eso se refleja tanto arriba como abajo.
— FF: Concretamente, ¿por qué Joseph Joseph debe dar espacio a otra presidencia?
JC: Porque, para él, lo más importante es el CAR (Centro de Alto Rendimiento). En una entrevista radial le preguntaron qué era prioritario: ¿el CAR o los campeonatos? Respondió que el CAR. Durante mi etapa en la junta directiva comprobé que su mayor interés es ese centro. Lo evidencia al trasladar los entrenamientos a Turrúcares de forma permanente y organizar tours de aficionados mientras el estadio Alejandro Morera Soto queda relegado.
El CAR es, sin duda, la joya de la corona y un orgullo liguista; es un instrumento fundamental para alcanzar un nivel deportivo de élite. Sin embargo, debe estar al servicio de la institución, no la institución al servicio del CAR. Como señala la Biblia, no se puede servir a dos amos; Joseph ya eligió cuál es el suyo. Es una excelente persona y ama la Liga, pero su rol debería ser gerenciar el club, mientras otra persona, con metas más afinadas sobre el rumbo deportivo, encabeza la presidencia. Así podríamos trabajar como un verdadero equipo, dos partes complementarias y no una sola voz.
— FF: Don José, respecto al CAR, quisiera que nos aclare un punto que se ha politizado durante la contienda electoral. El Centro de Alto Rendimiento ha dominado la agenda tanto de Transparencia Rojinegra como del oficialismo. Si observamos a los grandes clubes del mundo, todos mantienen sus propios centros; en México, por ejemplo, Pumas —reciente rival de Alajuelense— cuenta con uno donde incluso entrenó nuestro equipo. Pocos clubes en América Latina poseen instalaciones de esta calidad, y futbolistas con amplia trayectoria europea afirman que no tienen nada que envidiarle a muchos equipos del Viejo Continente. Puntualmente, ¿prefiere conservar un centro de este nivel o volver al modelo de los años noventa, cuando las ligas menores debían buscar canchas como la Firestone, el Cuna, Plaza Costa o la Azteca en San Isidro de Alajuela? Como candidato a la presidencia, ¿cuál es su visión frente a estos dos escenarios?
(JC): En realidad solo existe una respuesta. Como señalé anteriormente, el CAR es una herramienta extraordinaria para fortalecer tanto a las divisiones menores como al primer equipo; sin embargo, debemos redefinir su uso. Ahora que usted menciona otros centros de alto rendimiento en Europa y Latinoamérica, permítame plantearle lo siguiente.
¿Conoce al Real Madrid, al Barcelona o a los Pumas? ¿Se les admira por los campeonatos que han obtenido o porque poseen un CAR? La respuesta es evidente: a los grandes clubes se les reconoce por sus éxitos deportivos, no por su infraestructura. Todos estos equipos cuentan con un centro de alto rendimiento —y es correcto que así sea—, pero la clave está en saber aprovecharlo. Siempre digo que la verdadera riqueza no radica en tener dinero, sino en saber utilizarlo.
Es magnífico que nuestras ligas menores y el plantel estelar dispongan de instalaciones de primera línea; no obstante, la Liga no puede funcionar como si todo girara en torno al CAR. Debe existir equilibrio. Por ejemplo, uno de los aciertos de don Óscar Ramírez, que se reflejó en el rendimiento del primer equipo, fue retornar a los entrenamientos en el estadio Alejandro Morera Soto durante la semana previa a los partidos. Las instalaciones del CAR son de nivel mundial, claro está, pero permitir que los jugadores pisen su casa —allí donde se forjó nuestra historia— también potencia su sentido de pertenencia y, en consecuencia, su desempeño.
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Las instalaciones del CAR son de primer orden, de auténtico nivel mundial; por ello el plantel entrena allí de forma predominante. No se trata de privar a los jugadores de ese confort—quiero que se sientan bien—, pero también deseo que, de vez en cuando, se cambien en los mismos vestidores donde lo hicieron José María Rojas, Juan José Gámez, Harold Wallace, Mauricio Montero y tantas otras figuras. Esa conexión con la historia los compenetra de verdad.
Si—y no lo somos—tuviéramos un estadio vetusto como el Alejandro Morera Soto, ese seguiría siendo nuestro hogar; por lo tanto, corresponde equilibrar ambos escenarios para preservar la identidad y evitar el desarraigo. Es excelente que las ligas menores cuenten con canchas adecuadas, pero la institución no puede girar únicamente alrededor del CAR: también existen nuestro estadio y nuestra historia.
La prueba está en los resultados. Desde que el CAR entró en operación hemos ganado un solo campeonato de los últimos veintitrés. Eso, en mi opinión, lo dice todo.
— FF: Don José, ¿no está usted politizando el tema del CAR? Recordemos que entre el 2014 y el 207 Alajuelense no ganó un título y el CAR no estaba.
JC: El CAR, a mi entender, comenzó a operar en 2018 —tal vez 2019—, de modo que si segmentamos el período 2014-2018, cuando aún no existía el CAR, tampoco se conquistó ningún campeonato. Por lo tanto, la ausencia de títulos no obedece a la presencia o ausencia del centro; se originó en una situación económica crítica.
Quedamos prácticamente anoréxicos de recursos tras la gestión, hay que decirlo, del presidente Raúl Pinto. Yo ingresé un año después a la junta directiva encabezada por Fernando Ocampo y recuerdo perfectamente que don Fernando no disponía de fondos para contratar futbolistas de peso: el plantel se nutría, salvo contadas excepciones, de jugadores de Segunda División o de equipos de media tabla hacia abajo. Aquella carencia financiera —no el CAR— explica la sequía de campeonatos.
Hace unos ocho días almorcé con don Raúl Pinto y le pregunté al respecto. Me confirmó que dejó un déficit financiero que esperaba cubrir con las finales que, según él, don Fernando debía disputar, aprovechando taquillas y derechos de transmisión. Pero, ¿cómo iba Fernando a garantizar su presencia en una final si heredó las arcas vacías?
Por eso insisto: aún si hubiéramos contado con el mejor centro de alto rendimiento del mundo, sin dinero para reforzarnos no habríamos sido campeones. Concuerdo al ciento por ciento con la premisa de que disponer o no de un CAR no asegura títulos; los clubes se consagran con buena planificación, solidez financiera y planteles competitivos, no solo con infraestructura.
— FF: Clubes exitosos como Real Madrid, Boca o Barcelona cuentan con centros de alto rendimiento, pero sus títulos no dependen de esa infraestructura —incluso han atravesado sequías. El CAR no debería politizarse; más bien, la Liga debe pactar con su propietario, ya que no pertenece a la Asociación, para usarlo de forma óptima. ¿Cómo plantea usted lograr ese equilibrio y evitar que el CAR se convierta en un arma electoral?
JC: Desde el primer momento la papeleta oficialista ha esgrimido lo que llamamos “el arma del miedo”: ha difundido la idea de que, si Joseph Joseph no resulta electo presidente, podría llevarse el CAR aun cuando reste un año de vigencia al comodato, o bien que la institución entraría en una crisis financiera. Paradójicamente, los propios directivos oficialistas —a quienes escuché ayer en un programa colega suyo— reconocen que a don Joseph no se le debe absolutamente nada. Ciertamente, durante la crisis fatal que heredamos de la administración de Raúl Pinto, la colaboración de don Joseph fue clave; no se trató de donaciones ni de regalos, sino de préstamos que la institución le pagó íntegramente.
Nos preocupa y duele que el oficialismo haya convertido ese tema en herramienta de campaña. Insisto: estoy absolutamente seguro de que don Joseph jamás, bajo ninguna circunstancia, se llevará el CAR.
— FF: Joseph Joseph ha reiterado que la presidencia no depende del CAR y que prorrogará su contrato con la Asociación; retirarlo tras una derrota electoral sería faltar a su palabra. ¿Confía usted en que, aun si Transparencia Rojinegra gana el sábado, él mantendrá ese compromiso?
José Cabezas (JC): Él puede tener interés, por supuesto, en mantenerse dentro de la junta directiva; también lo creo. Le comparto una idea personal, aunque no puedo confirmarla: muchos se preguntan por qué un empresario de la talla de Joseph desea seguir como presidente. Pienso que él teme perder a la Liga, así como la Liga teme perder el CAR. Su miedo es que llegue un nuevo presidente, se moleste con la situación y decida cortar la relación con el centro, no necesariamente rompiendo el contrato—no creo que exista un dirigente tan imprudente—, pero sí reduciendo su uso: obligar al primer equipo a entrenar más en el Morera Soto o permitir que otros actores ocupen el CAR, bajándole así el perfil.
Mientras Joseph permanezca, el CAR seguirá en el centro de todo; hoy se habla más del CAR que de la propia Liga Deportiva Alajuelense, y eso nos duele. Este tema, junto con la situación financiera, se ha politizado. Permítame señalar, don José, que ambos bandos han contribuido al error: los dos no dejan de hablar del CAR porque la hinchada exige respuestas. Si nos volcamos a otros asuntos, el aficionado pensaría que el cargo ya está perdido.
La papeleta oficialista libera el llamado “arma del miedo” y nosotros debemos contrarrestarlo. Ayer, por ejemplo, una joven influencer difundió información equivocada—diré algo al respecto en mi discurso de mañana (Este sábado). Se afirma que, con Transparencia Rojinegra, el club quedará sin fondos, que se llevarán el CAR o que Óscar Ramírez se marchará si Joseph no sigue, incluso que planeamos contratar a Jorge Luis Pinto. Todo ello es falso. Mañana dejaré claro que fortaleceremos el proyecto de Óscar Ramírez y colaboraremos.
Nos vemos obligados a hablar del tema, Ferlin; no es por gusto. Contamos con planes y programas, pero debemos disipar el miedo que otros agitan.
— FF: Raúl Pinto reconoce haber conversado con Transparencia Rojinegra. Para precisar: ¿fue él quien lo buscó a usted o usted fue quien lo contactó?
José Cabezas (JC): Don Raúl me llamó y me escribió porque no le puede contestar en el momento. Luego conversamos, al final de aquella llamada, don Raúl me propuso —empleó la palabra exacta— “hagamos un cambalache”. Le respondí que, con mucho gusto, lo recibiría en mi oficina y lo invité a almorzar al día siguiente, viernes. Eso ocurrió exactamente hoy hace ocho días.
Llegó, estacionó su vehículo y lo atendí con el aprecio y respeto que le tengo. Fuimos a un restaurante cercano, muy agradable, y allí conversamos sobre la posibilidad de unir fuerzas. Él manifestó: “Yo aspiro a la presidencia”. Le dejé claro que no podía comprometer nada de inmediato porque me debo a un comité ejecutivo de 22 personas; cualquier decisión tenía que consultarla. Además, por respeto a su trayectoria como expresidente, no me parecía correcto ofrecerle un cargo menor como tesorero o vocal.
Durante la charla surgieron algunas diferencias. Don Raúl solicitó la primera vicepresidencia para un amigo suyo, abogado muy conocido en la Liga. Le planteé que, si él encabezaba la papeleta, Transparencia Rojinegra ocuparía el segundo puesto; luego vendrían el tercer lugar para su grupo y el cuarto para el nuestro, de modo que las posiciones se intercalaran. Barajamos varios nombres y me agradó que, al menos uno de los que propuso, perteneciera a nuestro movimiento.
Mantuvo, además, su interés en incluir a don Aquiles Mata en la junta directiva, algo que encontré honroso. También sugirió a don Carlos Salas —hombre de nuestro grupo— como tesorero, argumentando que es un excelente candidato para ese puesto. Me llamó la atención que, aparte de esas posiciones, la mayoría de la papeleta quedara integrada por gente de Transparencia.
Concluimos que yo le confirmaría al día siguiente, sábado, después de consultar a mi comité. Sin embargo, no tuve oportunidad: ese mismo sábado, alrededor de las diez de la mañana, me llamó para anunciarme que había decidido no postularse. Alegó que su familia le pidió que no se expusiera a ese desgaste. Le respondí que respetaba su decisión, aunque me sorprendía que, tras hablar en prensa, reunirse conmigo y avanzar tanto, no hubiera consultado antes a su familia, que está mucho más cerca de él que yo, que vivo a muchos kilómetros.
Aproveché para solicitarle su apoyo y contestó: “Sí, sí, sí”, aunque sospecho que se trató de una cortesía. El lunes, por la mañana, volvió a llamarme para contarme que tres amigos lo habían convencido de incorporarse a la papeleta oficialista. Así, Ferlin, es la historia tal cual: pasó de un lado al otro en 24 horas. Resulta llamativo porque, si vino a buscarnos, era porque coincidíamos en ideales y formas de gestión; en el almuerzo criticó duramente varios aspectos del oficialismo que ahora respalda. Pero cada quien actúa según su conciencia.
Llevo 27 años vinculado a la Liga, ya sea cercano en juntas directivas, estuve en una, o colaborando desde distintos frentes, y sigo creyendo que la coherencia y la transparencia son esenciales para guiar nuestro club.
— FF: ¿Qué tan presidencialistas han sido las juntas directivas de Liga Deportiva Alajuelense?
José Cabezas (JC): Veamos: antes que nada, le aclaro que, en efecto, llevo 27 años vinculado a la Liga. Durante ese tiempo, varios presidentes me invitaron a integrar la junta directiva; entre ellos, don Rafael Solís —mi mejor amigo, y yo el suyo—, y también don Rafael Alfaro. Sin embargo, durante 23 años fui columnista de La Prensa Libre —usted lo recordará, porque fuimos compañeros allí— y consideré incompatible mantener mi posición editorial y, al mismo tiempo, “militar oficialmente” en un club de fútbol. Por esa razón decliné aquellas invitaciones.
Si es muy presidencialista; aunque la actual es muy poco corporativa.
Casi siempre todo gira en torno al presidente, aunque existen excepciones.
Por ejemplo —caso bastante comentado y confirmado por varios compañeros—, don Óscar Ramírez fue contratado durante la presidencia de don Jorge Hidalgo. Cuando llegó el momento de prorrogarle el vínculo, don Raúl Pinto se opuso; sin embargo, las actas y quienes estuvieron presentes acreditan que la mayoría votó a favor, de modo que el contrato terminó firmándolo el vicepresidente, don Óscar Alvarado. Es una muestra de que, en ocasiones, la mayoría puede “torcerle el brazo” al presidente.
— FF: Si las juntas directivas son tan presidencialistas, ¿por qué Transparencia Rojinegra contempló cederle la presidencia a Raúl Pinto, cuando usted mismo afirma que casi dejó en quiebra a la institución?
José Cabezas (JC): Mire, lo valoramos —solo lo pensamos, nunca fue una decisión— por una razón de respeto. Siendo él un expresidente, nos parecía que asignarle un cargo distinto sería rebajar demasiado su perfil y su imagen. Al final, la papeleta oficialista sí lo hizo: lo colocaron en otra posición y Raúl aceptó.
Mire, él nos pidió la presidencia, y no se lo discutí —le soy sincero—; aquí respondo su inquietud. En nuestro equipo contamos con personas altamente capacitadas en el ámbito financiero. Por ejemplo, don Arturo Baltodano, contador público de primer nivel en el país, quien viaja constantemente por América Latina impartiendo charlas; y don Carlos Salas, exgerente y profesional igualmente calificado.
Algunos compañeros me advirtieron: «Caramba, es peligroso; él administró muy mal las finanzas». No temíamos, porque disponíamos —y disponemos— del respaldo técnico necesario para evitar que repitiera los errores que llevaron a la institución a una situación financiera más que caótica. Lo mismo sucede en el ámbito deportivo.
Don Raúl afirma, casi como eslogan, haber ganado cinco campeonatos, pero la realidad no es exactamente así. El primero lo conquistó apenas una semana después de asumir la presidencia: todas las fases previas, incluidos los fichajes de Salvatierra, Pemberton, Giancarlo “Pipo” González y otros, los concretaron Popeye, Luis Roberto Sibaja y Jorge Hidalgo. En otras palabras, el equipo que dio frutos bajo la administración de don Raúl Pinto fue armado y encaminado en la gestión de Hidalgo.
A Raúl no lo íbamos a dejar solo porque Dios guarde dejarlo solo.
— FF: Don José, usted integró la junta directiva que impulsó el proyecto femenino, el cual más logros le ha dado a la institución en los últimos años. ¿Estuvo directamente involucrado?
JC: Sí, me tocó participar. De hecho, considero que, dentro del periodo de don Fernando Ocampo —tan opaco en lo futbolístico, con varios campeonatos sin títulos y solo uno ganado en plena pandemia, que la afición no pudo disfrutar como merecía— hubo dos grandes aciertos incuestionables. El primero fue evitar el cierre del club pese a que prácticamente estábamos quebrados; don Fernando hizo verdadera magia financiera, con la ayuda de Joseph, para superar aquel inminente “quiebre técnico”. El segundo fue la puesta en marcha del equipo femenino. Aunque mi intervención fue limitada —don Fernando asumió la primera etapa y, posteriormente, el compañero Sebastián Trigueros tomó el liderazgo—, reconozco que realizaron un trabajo excelente.
— FF: Cuando el proyecto femenino se sometió a la junta directiva, ¿usted lo respaldó?
JC: Sin duda. Las actas lo demuestran: siempre voté a favor.
— FF: En una eventual presidencia suya, ¿qué papel tendría el fútbol femenino?
JC: Sería primordial. Para que vea la importancia que le damos, hace pocos días coincidí con Sebastián Trigueros en un restaurante y le pedí, de lograr la bendición de llegar a la junta directiva, que vuelva a colaborar con el proyecto femenino, porque su gestión fue muy positiva. Ese acercamiento ejemplifica la prioridad que otorgamos al fútbol femenino—no solo en el discurso, sino con acciones concretas.