Una ciudad fantasma conocida como Ticires
- mayo 15, 2025
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Informar los salarios (Viernes, 13 de noviembre de 2020-salarios). Enclavada en un espléndido entorno natural, Tiquires fue una ciudad que floreció en las montañas de Acosta y que
Informar los salarios (Viernes, 13 de noviembre de 2020-salarios). Enclavada en un espléndido entorno natural, Tiquires fue una ciudad que floreció en las montañas de Acosta y que
Informar los salarios
(Viernes, 13 de noviembre de 2020-salarios). Enclavada en un espléndido entorno natural, Tiquires fue una ciudad que floreció en las montañas de Acosta y que lamentablemente desapareció en 1986. Visitar hoy sus ruinas es como emprender una travesía a través de un espectro, reminiscente del irreal Comala inmortalizado por Juan Rulfo en sus obras.
Hoy en día, aún se pueden apreciar los vestigios de la iglesia, que nunca pudo celebrar una misa oficial, así como los restos de la escuela y las casas que formaban lo que alguna vez fue un hogar vibrante. En el horizonte, la Gran Montaña se erige majestuosamente, como un recordatorio eterno de las aspiraciones y los desafíos de una ciudad que llegó a albergar a 28 familias, la mayoría de las cuales se vieron obligadas a abandonar el lugar cuando se agotaron las oportunidades laborales.
En la actualidad, solo dos familias permanecen en Tiquires: Don Luis Quesada y un vecino. Alrededor de ellos, las ruinas de la infraestructura que una vez alimentó los sueños e ilusiones de los niños que iban a la escuela y exploraban los misterios de la impresionante naturaleza que los rodeaba.
Tiquires, en la actualidad, es un emblema de nostalgia y memoria, un lugar perfecto donde un novelista podría encontrar la inspiración para tejer la trama de su próxima historia.
Detrás de la historia de esta ciudad había un soñador apasionado, José Rafael Echeverría Zelledón, conocido por todos como Júnior. Durante muchos años, fue el corazón y el alma de los residentes de Tiquires, aportando una visión de idealismo y un ferviente deseo por alcanzar una sociedad más justa.
El querido «Junior», como cariñosamente lo llamaban tanto en Tiquires como en Acosta, falleció el 13 de abril de 2015, a la edad de 68 años. A lo largo de su vida, dedicó gran parte de su tiempo y esfuerzo a la comunidad de Tiquires de Acosta, donde cultivaba su granja.
Los habitantes de Tiquires, situados a 22 kilómetros al sureste de San Ignacio de Acosta, muchos de los cuales pasaron por condiciones difíciles, trabajaron en la granja de Júnior y él, con recursos limitados, se esforzó por mantener la unidad de la comunidad.
La granja había representado para él un sueño durante su juventud; mientras se dedicaba a su carrera como abogado en San José durante la semana, nunca dejó de ser un pilar en la vida de su comunidad. Quienes lo conocieron fueron testigos de su carisma y determinación. Su hijo Federico recuerda que la verdadera pasión de su padre era caminar por los campos junto a los trabajadores, uniendo sus experiencias y plasmándolas en versos que se recopilaban en sus cuatro libros de poesía.
Tiquires, que según los lugareños se traduce como un lugar de agua, era para Don José Rafael un refugio perenne de idealismo. Con su visión, construyó casas, una escuela, un aserradero, una iglesia y una estación de policía, promoviendo un modelo de convivencia solidaria.
En Tiquires también existieron lácteos que incluso en algún momento generaron electricidad, iluminando así el entorno con Coopesantos.
Este lugar fue testigo de muchas experiencias memorables, como la visión en 1982 de la Copa del Mundo en España, un hito tecnológico que marcó una época.
La profunda conexión de Don José Rafael con la ecología lo llevó a ser un ferviente defensor de la naturaleza, participando activamente en la promoción de leyes que reconocieron los pagos por servicios ambientales a través del Fondo de Financiación Forestal (Fonafibo).
Las actividades ganaderas y la explotación sostenible de especies maderables fueron los pilares que sustentaron a la comunidad de Tiquires, constituida por 28 familias que parecían haber salido de las páginas de una historia de ficción.
Desaparición
En 1986, Tiquires se desvaneció, en gran medida debido a la creciente dificultad en mantener a las familias, cuya subsistencia dependía de la economía de la granja.
Entre las anécdotas más notables se destaca la visita de Rodrigo Carazo en 1977, quien se convertiría en presidente de Costa Rica al año siguiente. La granja que desarrolló Echeverría fue adquirida en 1938 por Roberto Zeledón Castro, con la visión de crear un paraíso para la caza.
Hoy en día, esta granja, actualmente en manos de sus descendientes, se ha transformado en un invaluable tanque de agua que suministra recursos a muchas áreas, siendo crucial para el futuro ecológico de Acosta, rodeada de bosques primarios.
La granja, gracias a su vasta extensión y su rica biodiversidad, es reconocida como un espacio esencial para la investigación ecológica, especialmente en lo que respecta a la conservación del agua y la calidad del aire.
Al momento de su fallecimiento, Don José Rafael aún albergaba muchos sueños como un destacado poeta, padre y amante de la naturaleza. Pocos días antes de su muerte, se despidió de su querida tierra, disfrutando de una última tarde junto a su familia en el lugar en el que siempre había luchado.
El visitante que se atreva a explorar las ruinas de Tiquires tendrá la impresión de realizar un viaje fascinante en el tiempo, y si agudiza sus sentidos, podrá escuchar los ecos de las voces de aquellos vecinos que un día buscaron nuevas oportunidades lejos de su hogar.
Tiquires lleva consigo un toque de magia, sorpresas y el mismo espíritu que respira a través de Comala, esa ciudad ficticia creada por Pedro Páramo, que parece verdaderamente su gemela.
Al pie de esa montaña imponente, testigo imperecedero de los días y noches pasados, existió una ciudad llamada Tiquires, rica en agua y llena de sueños.
Tici Images Tour
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Ver también: El poeta del silencio