La Agencia de Investigación Justicial (OIJ) ha realizado un descubrimiento inquietante este miércoles. Se encontró sangre en las paredes de la vivienda de una pareja que es sospechosa de estar involucrada en la muerte de su hijo de 8 años. Este hallazgo se llevó a cabo tras un ataque centrado en la casa ubicada en la Avenida 8, en el corazón de San José. Durante la investigación, los agentes encargados de la sección de homicidios también detectaron rastros de sangre en la ropa del menor, lo que añade un matiz aún más perturbador a la situación.
Las autoridades judiciales tienen motivos para creer que un cable eléctrico pudo haber sido utilizado en el homicidio del niño. Esta teoría, aunque preocupante, plantea más preguntas que respuestas, y los investigadores están trabajando arduamente para aclarar todos los aspectos de este caso tan sensible. Al respecto, el subdirector de la OIJ, Michael Soto, comentó, “El cuerpo del niño fue llevado a la Corte Mora para que se realice la autopsia. Esto es fundamental para esclarecer la causa de la muerte. Por el momento, la pesquisa se considera una muerte sospechosa, y podrían tomarse medidas adicionales en cuanto a los padres.”
“Los padres han sido arrestados y aunque se pueden solicitar ciertas precauciones en este caso, es crucial que se confirme la causa de muerte del niño, algo que solo será posible después de la autopsia”, añadió Soto, proporcionando una perspectiva sobre la gravedad de la investigación en curso.
La investigación comenzó el 5 de mayo, cuando el niño fue ingresado en el Hospital San Juan de Dios. Según los informes, llegó con síntomas preocupantes, incluyendo vómitos y diarrea, que aparentemente eran consecuencia de un intenso dolor abdominal. Sin embargo, al examinarlo, los médicos se encontraron con lesiones que resultaron ser sospechosas y similares a lo que se denomina Chillillazos, lo que llevó a las autoridades a actuar con rapidez.
Dado el contexto familiar, las autoridades decidieron solicitar la intervención de la Junta Nacional de la Infancia (PANI), ya que la pareja también tiene una hija de 10 años. La situación se torna aún más delicada, al considerar el bienestar de la menor, quien podría estar en riesgo bajo la custodia de los acusados. La muerte del niño de 8 años continúa bajo investigación, y todos los esfuerzos se centran en esperar los resultados de la autopsia para determinar si se debe solicitar acciones de protección en relación a los registros de la familia.
Este desgarrador caso ha conmocionado a la comunidad y pone de relieve la necesidad urgente de protección infantil y la intervención oportuna de las autoridades cuando hay señales de abuso o negligencia. A medida que avanza la investigación, muchos esperan que se haga justicia y que la causa de la trágica muerte del niño se esclarezca de manera definitiva.