¿Podría un gran proveedor de terremotos desencadenar un gran terremoto en vista del aumento en la actividad del volcán Poás? Este tema ha suscitado muchas inquietudes, pero los expertos en volcanología han afirmado que este escenario es muy poco probable. A medida que el volcán Poás muestra signos de actividad creciente, es natural que surjan preguntas sobre su posible conexión con la actividad sísmica en la región.
Cyril Muller, volcanólogo del Observatorio Volcanológico y Sismológico de Costa Rica (Ovsicori), proporciona claridad sobre esta cuestión. Él explicó que, aunque los volcanes pueden ser responsables de la generación de terremotos, estos suelen ser de menor magnitud en comparación con los terremotos tectónicos. Es un hecho que los volcanes, a través de sus erupciones, pueden generar actividad sísmica, pero no tienen la capacidad de producir terremotos de gran magnitud que se asocian con el movimiento de las placas tectónicas.
“Un concepto que tenemos que tener claro es el terremoto, que es básicamente la propagación de las ondas sísmicas dentro de la tierra. Sin embargo, los volcanes también generan terremotos en diferentes condiciones.”
«Es importante entender que la fuerza de un terremoto depende del área de la ruptura en la corteza de la tierra. En términos simples, un terremoto es resultado de una ruptura en la tierra, y esta ruptura tiene una superficie específica, que tiene longitud y anchura. Durante el evento sísmico, esta área se desplaza, provocando así el terremoto.»
El experto Muller mencionó un ejemplo concreto: el terremoto de Nicoya que tuvo una magnitud de 7.6 y ocurrió a una profundidad de alrededor de 40 kilómetros en 2012. Resaltó que el volcán Poás no cuenta con las dimensiones necesarias para producir un terremoto de tal magnitud. Esta afirmación se complementa con la opinión de Gino González, un volcanólogo asociado con Volcanes Sin Fronteras y el Instituto Nacional de Geofísica y Vulkanología en Italia. González explicó que los terremotos tienen geometría en su ocurrencia, lo que incluye área, longitud y ancho. «Para que existan terremotos de mayor magnitud, se requiere más área y desplazamiento», afirmó.
Ambos expertos coincidieron en un punto importante: incluso los eventos volcánicos más grandes, aquellos que tienen un impacto a nivel climático global, han producido terremotos con magnitudes por debajo de 7. Esto demuestra que, a pesar de la potencia de una erupción, el tamaño de los terremotos resultantes puede no ser tan grande.
«El Poás, con el estallido de 2017, produjo terremotos de hasta 5.2 magnitud», recordó González, subrayando la restricción en las magnitudes asociadas a la actividad del volcán.
Muller intensificó esta idea al enfatizar: «No es plausible considerar un gran terremoto como un resultado directo de la actividad del volcán Poás. En realidad, el volcán Poás en 2017, durante su fase de actividad inquietante, generó terremotos con una magnitud máxima de 5.2.»
Ambos especialistas coinciden en que la atención y los recursos deben dirigirse hacia el monitoreo de la actividad eruptiva del volcán, ya que esto es lo que realmente puede afectar a las comunidades cercanas.
«Más bien, en este caso, tenemos que estar atentos y tomar las medidas necesarias para que la próxima erupción volcánica tenga el menor impacto posible en nuestras vidas diarias», concluyó Muller, destacando la importancia de la preparación y el monitoreo en situaciones de riesgo.