Los restos de dos naufragios que datan del siglo XVIII, hallados en las costas del Caribe Kosta-Crican, han sido identificados como pertenecientes a barcos relacionados con la piratería. Este descubrimiento fue anunciado recientemente por barcos daneses dedicados al tráfico de esclavos, junto con el Museo Nacional de Dinamarca, el pasado domingo. Esta información resalta no solo la riqueza histórica de la región, sino también la complejidad de su pasado marítimo.
A través de investigaciones detalladas que incluyeron el análisis de un bosque de maderas, bloques de carga y fragmentos de cerámica hallados durante excavaciones submarinas, los arqueólogos pudieron determinar la identidad de ambos barcos. Se reveló que estos naufragios se habían convertido en parte de los arrecifes de coral del actual Parque Nacional Cahuita, un importante sitio en la historia del Caribe, en el año 1710. Este hallazgo añade una capa significativa al conocimiento existente sobre la época y las travesías que se realizaban en esas aguas tumultuosas.
El informe del museo señala que los restos descubiertos pertenecen a los buques de esclavos ‘Fridericus Quartus’ y ‘Christianus Quintus’. Según fuentes históricas, se conocía que habían sido destruidos en las costas de América Central en 1710; sin embargo, el paradero exacto de su hundimiento había permanecido como un misterio. Este descubrimiento redefine nuestra comprensión histórica de los naufragios en la región.
En Costa Rica, siempre se había tenido conocimiento acerca de la existencia de dos naufragios en las aguas del Parque Nacional Cahuita, cerca de Limón. Hasta ahora, se asumía que se trataba de barcos corsarios, pero el hallazgo de ladrillos amarillos en uno de los restos en 2015 llevó a nuevas indagaciones sobre la veracidad de esa suposición. La presencia de estos ladrillos planteó la posibilidad de que los barcos fueran de origen diferente, lo que motivó una exploración más profunda.
En el año 2023, se llevó a cabo una excavación submarina exhaustiva, y los análisis posteriores resultaron ser extremadamente convincentes. «No tenemos dudas de que son los restos de los dos barcos de esclavos daneses», afirmó David Gregory, un arqueólogo marino del Museo Nacional de Dinamarca. Este hallazgo es crucial no solo desde un punto de vista arqueológico, sino también para la historia y la memoria colectiva de la región.
Gregory subrayó que los bloques de carga encontrados son indudablemente daneses, lo que coincide perfectamente con los relatos históricos que mencionan que uno de los barcos había sufrido un incendio. Esto introduce una dimensión narrativa fascinante a la historia de estos buques, sugiriendo que su destino fue aún más dramático de lo que se había pensado inicialmente.
Andreas Kallmeyer Bloch, un destacado arqueólogo naval y colega de Gregory, comentó que esta excavación arqueológica representa una de las experiencias más notables de su carrera. Destacó la importancia de este hallazgo no solo para la población local, sino también en el contexto de la historia danesa, considerándolo como uno de los naufragios más significativos que se han documentado. Con esto, se ha identificado de manera precisa el lugar donde ocurrió esta tragedia marítima.