abril 9, 2025
Costa Rica

Ella es Maribelle Vargas, la bióloga de UCR-Marine cuyo talento destaca en la NASA.

  • abril 2, 2025
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Maribelle Vargas Montero. San José, 2 de abril (OCI/UCR) .- Maribelle Vargas Montero, una figura destacada en la biología marina, recuerda cómo todo su viaje comenzó con un

Ella es Maribelle Vargas, la bióloga de UCR-Marine cuyo talento destaca en la NASA.

Maribelle Vargas Montero.

San José, 2 de abril (OCI/UCR) .- Maribelle Vargas Montero, una figura destacada en la biología marina, recuerda cómo todo su viaje comenzó con un simple sueño de infancia. Desde sus primeros años, se destacó como una bióloga marino prometedora e investigadora asociada en el Centro de investigación en estructuras microscópicas (Ciicemic), parte de la Universidad de Costa Rica (UCR).

Hoy, Maribelle ha ascendido en su carrera para convertirse en una de Las mujeres científicas más prominentes de Costa Rica, contribuyendo significativamente a la investigación con la Administración Nacional de Aeronáutica y Espacio (NASA). Mirando hacia atrás, ella señala que nunca imaginó que alcanzaría estos logros.

Cuando tenía solo diez años, Maribelle se sentó en su hogar durante una noche de 1978, absorta por el programa «The Blue Planet». Ese programa, uno de los más populares de su tiempo, mostraba una serie de documentales sobre el océano dirigidos por el célebre explorador Jacques Cousteau. Las imágenes cautivadoras que vio en la pantalla dejaron una impresión indeleble en su vida.

Entre los vibrantes colores de los peces y las asombrosas formaciones de los corales marinos, la joven Maribelle se sintió inspirada. Cuatro décadas más tarde, en 2025, se unió a un equipo de científicos de la NASA para realizar una expedición sin precedentes en Costa Rica, enfocada en el estudio de las mareas rojas.

“Es un orgullo enorme para mí. Soy producto de la educación pública”, expresa Maribelle. Comenzó su formación académica en la escuela Jesús Jiménez Zamora, continuó en el Colegio de San Luis Gonzaga y luego se especializó en Biología Marina en la Universidad Nacional (UN). Sin el apoyo de una beca, jamás habría podido alcanzar el nivel que tiene hoy; simplemente no habría sido posible”, reflexiona Maribelle.

Su profunda conexión con el mar, cultivada a través de una educación pública sólida, la ha llevado no solo a explorar el océano, sino también a hacer contribuciones valiosas para Costa Rica y el mundo. Entre sus hallazgos más importantes se encuentra el descubrimiento del género Disco de Gambier (DiNophyceae), ubicado en el Parque Nacional Isla del Coco.

En un estudio pionero realizado en 2012, Maribelle presentó al ámbito internacional la relación de este género con la producción de toxinas que afectan a los peces, generando graves consecuencias para la salud de los humanos que los consumen. Sin embargo, esto es solo un fragmento de sus contribuciones. Ella es una de las pocas científicas en Costa Rica que investiga el fitoplancton marino, un componente esencial para entender la salud de nuestros mares.

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Maribelle se destaca como el único biólogo marino en la UCR que ha superado las certificaciones internacionales necesarias para identificar microalgas tóxicas, ayudando así a salvar vidas. A pesar de su éxito, ha tenido que recorrer un camino arduo. Ella recuerda el doloroso momento cuando una empresa privada le negó un alquiler simplemente por ser mujer. “Eso me afectó profundamente, y en ese instante dudé de mi futuro”, menciona Maribelle con sinceridad. Sin embargo, pudo integrarse a un equipo con científicos de la NASA junto con la Federación de Pesca de Costa Rica (FECOP) y la ONU, un hecho que le resulta muy gratificante dado el esfuerzo y dedicación que ha puesto.

La misión científica de la NASA en la que participó fue una histórica y sin precedentes, llevándose a cabo del 17 al 21 de febrero de 2025 en aguas costarricenses.

Durante esta importante misión, Maribelle fue parte de un equipo prestigioso, que incluía personal de la NASA y investigadores de la FECOP y de la UNA. Su labor consistió en trabajar en el océano para llevar a cabo mediciones ópticas con el objetivo de detectar la marea roja y validar los datos satelitales.

Este esfuerzo se facilitó mediante el uso de un satélite de la NASA lanzado en 2024, conocido como PACE —que es el acrónimo de Plancton, aerosol, nube, ecosistema oceánico. Este satélite tiene la capacidad de observar los colores del océano con tecnología de espectroscopia avanzada, permitiendo investigar cómo la luz solar interactúa con el agua y, de esta manera, identificar cambios en la composición de los microalgas, algunos de los cuales son responsables de generar la marea roja.

En esencia, el objetivo es la detección casi en tiempo real de estos fenómenos, lo que contribuye a mitigar sus efectos en el turismo, la pesca, la acuicultura y la salud pública. Las mareas rojas son fenómenos de proliferaciones de microalgas que pueden resultar tóxicas, amenazando así a la vida marina, a la salud humana y al ecosistema en general. Estas mareas pueden provocar cuerpos de agua muertos debido a la falta de oxígeno, además de contaminar mariscos. Aunque no todas las mareas rojas son perjudiciales, es crucial monitorizarlas para reducir los riesgos involucrados», concluye Maribelle.